Los ojos nos miran y son mirados pero su marco no supera lo cuadrado, sus determinaciones lo limitan a su estado, a su encierro; los hace bellos, individuales, pero aislados. Por eso el viaje. Aunque velado, aunque produzca tropezones y caídas su sendero poco iluminado, aunque repitamos el itinerario por su laberíntico trazado, sabemos que en su trayecto encontraremos a otros ojos que si bien son también cuadrados, serán nuestros compañeros, que con la combinación de sus miradas y reflejos, con el juego eterno del conocernos y relacionarnos nos harán caminantes más fuertes y más plenos imaginando un arribo cubierto de sueños compartidos y concretados que en el camino fuimos gestando.
El viaje que es la obra individual de cuatro artistas es un mundo en sí que busca confluir con la obra de los otros en un viaje ahora colectivo. Un viaje velado porque la conciencia individual, interpelada en su visión por la visión de los otros, no puede discernir su destino, pero la conciencia colectiva intuye la creación de un mundo nuevo.
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